la retaguardia de la vanguardia
En los albores del
solsticio de verano del año de mil novescientos noventa y dos, y bajo el
auspicio del Instituto de Arte de la Universidad Católica de Valparaíso y de la
Corporación Cultural de Viña del Mar, fue lanzado a circulación el libro "Retaguardia de la Vanguardia".
Obra poética, que resume en su contenido, aquel acto transcrito desde la
imaginación, para continuar la historia, no, para repetirla.
El libro, es obra de
los poetas Mauricio Barrientos, Sergio Madrid Sielfeld, Juan José Daneri
(colaborador de Ciudad de los Césares) y Alex v. Bischhoffshausen (miembro del
consejo de redacción de Ciudad de los Césares).
A continuación se
transcriben la presentación de este libro, realizada por el Profesor y Poeta
Virgilio Rodríguez, Director del Instituto de Arte de la Universidad Católica
de Valparaíso y el comentario del Poeta mexicano René Téllez Lendech, aparecida
en el suplemento "Sábado" del periódico "unomásuno" de Ciudad de
México.
PRESENTACIÓN DE LA
RETAGUARDIA DE LA VANGUARDIA
L
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o primero que hay de decir de los retaguardistas de la vanguardia es
que son un grupo de amigos entre ellos. Esto es bueno anotarlo porque me parece
que deja claro lo siguiente: no estamos en presencia de alguna de esas
manifestaciones postmodernas que intentan vanguardizarse –extrañamente hoy día
significa promoverse- en el envión de un momento de creatividad de este siglo
que ya no tendrá el mismo fervor.
Media entre el ariete de la vanguardia y ellos la ausencia de
agresividad, esa musa que hizo que tanta palabra se escapara del cerco de los
dientes.
Hay en ellos, más que nada, un explícito deseo de localizarse, de
encontrar un lugar que difícilmente puede hoy constituirse, entre tanto espacio
vacante. Y el intento de estos poetas es el dificilísimo de ubicarse en un
filo, también explicitado: aquel que fulge entre la tradición y la invención. "No somos vuestros enemigos",
le dicen a su mundo, transformando en lema las palabras de Apollinaire. Que es
un tiempo más desprovisto que el primero de la vanguardia se hace patente por
la otra referencia adoptada: Roland Barthes, con su dictum "ser de
vanguardia es saber qué está muerto". ¿Se puede amar lo muerto, entonces?
Ciertamente que no. Creo que de ello se ama las posibilidades no realizadas,
aquellas que quedaron pendientes. No se puede continuar el fervor, pero sí se
puede constituir una tradición de la vanguardia asumiendo ahora, con tiempo,
todo aquello que faltó por realizar. O al menos, intentar hacerlo.
Algún tipo de afán sabio anda cercando este intento, desde el momento
en que se trata de superar la paradoja tradición/invención. Desprovistos, como
nuestro presente, del fulgor iluminando que fue la acción misma de la
vanguardia, queda la idea, esa mezcla de meditación e imaginación que parece
ser hoy el sustento de la difícil poesía. Ello, para no caer, como mucho ha
sido, en la búsqueda neurótica del mero ingenio o de la confesión privada.
En todo caso, han establecido una enorme vara para ser medidos. Impulso
propio de la juventud, no obstante, esos territorios de localización deberán
aún ser explorados. Y se han localizado en lo magnánimo, con magnanimidad. Así
diría Píndaro: "no aspires, alma mía, a las cosas inmortales; empero,
agota el campo de lo posible."
Como se trata de una breve presentación, anotaré brevísimamente algunos
rasgos de la poesía de estos cuatro poetas.
Juan José
Daneri titula su sección Cartas a la Ciudad. El primer poema
es "Metropolitano":
El zoológico siempre
está allí
Se despliega hacia la ciudad
Acarreando el estiércol de los lobos
El zoológico se
duplica del otro lado de la ciudad
El lobo escucha su
imagen en la vidriera
Y canta al incógnito
Al aire que enrarece
su identidad
Huir al zoológico
No es más que reconocerse infame
De este poema destacará un verso:
"El lobo su imagen en la vidriera". El primer enrarecimiento es,
desde luego, esta sinestesia, en el que lo que normalmente es para ser visto,
es oído. Esto establece una dualidad (vista como enrarecimiento) que se sitúa
en el quiebre de la figura de la identidad. La huida en el poema, que es
vuelta, lleva al encierro de lo infame, de aquello que es contrario a la alta
aspiración humana de la fama. Oscilación, entonces, de lo humano y lo animal.
El poema es urbano ("Metropolitano" es el título), pero en él está lo
animal, el zoológico. Sólo que se trata entonces de la naturaleza, pero domada,
reprimida ¿Es lo humano la trascendencia de la domesticidad? Freud hablaría del
malestar en la cultura.
Deleite del ojo
El ojo mira su
alrededor
Respira el aire
fresco
El ojo canta
Y el otro escucha su
silencio
Qué esperar de la
noche
Vigilante
Volverse hacia la luz
Atento sorprendido
Bajar de la atalaya
Sólo escuchar
Los cabeceos
Del otro ojo
Que te busca
Y soslayar el punto
de luz
Ciego
Volver a sorprenderse
Hallar de una vez el
silencio
Nuevamente
está el problema de la dualidad: "El ojo canta /Y el otro escucha su
silencio". Un ojo que canta y otro que escucha. Se le escucha al otro ojo.
Está claro que ambos dejan de ver la luz para hablar el silencio. Prima, en
todo caso, un ojo. El poema saca a los órganos de la vista de su función
habitual. Nuevamente encontramos la sinestesia, fenómeno que confunde los
sentidos. Y les entrega a esos ojos otras funciones: oir y hablar. Hablar que
culmina en el silencio. ¿Por qué "deleite del ojo"? Tal vez la
contemplación ciega sea lo silencioso.
Alex von Bischhoffshausen
estructura un poema largo: Caída del Ausente. Empieza con una
generalizada negación.
Dígase lo nunca dicho
y
reniéguese lo nunca
visto Digamos
niéguese la existencia
misma
en el momento mismo
de la vida misma Digamos
en el sitio preciso
donde nacen y mueren
los sueños Digamos
donde aprendiste el
otro amor Digamos
donde se sumergen los
grandes anhelos Digamos
Desdígase lo nunca
dicho Así
niéguese el amor
mismo
en el momento mismo
que abra piernas
Diría
el sitio mismo que
acoge los antiguos pecados
Niéguese de antemano Entiéndase
de antemano
El sitio preciso que
quiso ver la vida
en el tiempo mismo
de la muerte
Negaciones
que culminan en "ver la vida en el tiempo mismo de la muerte".
El acto vital
de negar es la afirmación contra la muerte. Más adelante:
Entiéndase
La cordillera sólo se
hace firme
en lo develado y
un mar lejano oculta
el sentido Entiéndase
Mas fúndese el verbo
mismo
en el camino ascendente del sol
Una clave
extraña se entraña en un paisaje: la cordillera significa revelación, lo
develado. El mar es ocultamiento.
¿Qué se
devela y qué se oculta en este paisaje poético? El sentido. Y en este paisaje
cuasi metafísico, esta escena, aparece el sol, con el que se funde el vehículo
del sentido: el verbo.
Diríase entonces
el mito de Faetón, el del gran incendio, la intensidad insoportable. El ingobernable
camino al cielo que precipita a tierra, sin sentido. La Caída del Ausente en un
paisaje ya alterado por el hombre, y no por los dioses. "Esa casa no es su
casa", irá más adelante el ausente; porque ausente está el mundo, la
patria.
Mauricio
Barrientos se hace presente A través del Reflejo, título de su
sección. Del reflejo y no del espejo.
Su primer poema es "Arte Poética":
te soplo al oído
el verso en latín no
declina
y lo que tienes en
mente
no es más que
desesperación
y ansia
como secreto
estoy dispuesto a
entregártelo
te soplo al oído
son
sensaciones
que entornan
el vacío
son ilusiones
son metáforas
son mentiras.
"El verso en latín
no declina". Como arte poética, está aquí expresa la imposibilidad de una
poesía docta. O la no coincidencia de las sensaciones con molduras de
experiencia ya lexicalizada. Reconocimiento de la antigua retórica, aparecen
metáforas. Pero las metáforas son mentiras. La mentira, también reconocida,
devuelve a la originalidad de las sensaciones.
Sin embargo,
en el poema "Transferencia del
ser" vemos, paradojalmente talvez, el inicio de un juego lógico
un ser busca a otro
ser
en la penumbra
porque la luz encandila
y la noche profetiza
en su razón
la claridad del día
y el amor de la noche
conviertiendo al otro ser
indeciso
frágil
en la penumbra
en la penumbra
en la penumbra
Se establecen
equivalencias: luz es claridad, obscuridad es amor. Pero lo que insiste es una
mezcla de los dos: la penumbra, ese fenómeno donde se funde la luz y la
obscuridad. Contraste de tinieblas. Y luego, la búsqueda de un ser a otro: del
otro sólo se puede obtener lo frágil. El medio de la búsqueda es la penumbra.
Lo que se encuentra es la penumbra. El medio es el fin. Penumbra, penumbra
penumbra. Buscada penumbra.
A Sergio
Madrid le ha tocado la cuerda más difícil: la lírica. En su Paisaje
del Vértigo, donde se incluye sus poemas, todo está "Con peligro del tiempo".
comenzar hoy supone no
una perspectiva
no me angustia
me suprime el futuro
antaño lo
trascendente aparecía
sin esfuerzo
voluntario, numénicamente
escribir era algo
realmente fácil
lo obligaba a uno a
lograr estados simplemente
drogadictos
ya por vía natural ya
de manera verdadera
hoy lo ajeno en uno
no llama a la musa
sino que adquiere un real valor
supongo que la poesía
no existe
y que por mucho tiempo estuve engañado
no hay nada de qué
escribir que no sean las palabras
escritas
empiezo a odiar este
trabajo
y ese es el único
comienzo
"Con peligro del
tiempo" pone en relieve la paulatina dificultad de la escritura. Esta
inicialmente fácil, se va creciendo en las palabras y el juego se vuelve
peligroso. Hay conciencia de un oficio que al abrir las puertas no se sabe si
está adentro o afuera. Si se entra o si se sale. Y se escribe, así, las
palabras escritas. ¿Se tratará, entonces, de una reescritura? Al abrir las
puertas sobreviene el encierro.
La poesía de
Madrid está conformada en juegos temporales. El tiempo es el gran tema. Y su
inminente aniquilación. No queda, entonces, sino la pregunta por la actitud
asumir. Y la duda. El gesto heroico de la poesía:
El héroe y el poeta
es geómetra y
dialéctico
es tautológico
exacerba la construcción
la guerra al
propietario metafísico
de estos territorios
pero es el guerrero
no el poeta
quien conquista el
territorio y arma
los ejércitos de
estirpes perrunas
de ratones con testa de elefante
parten desnudos desde
el exilio
como héroes futuros:
el principio
es tal vez la
esperanza acelerada
el geómetra descubre la medida
¿mas quién es el héroe?
¿aquel que conquista
la ciudad perdida
o el que la funda?
¿poeta o guerrero?
¿Homero o Aquiles?
¿quién bautiza
la torre de la simetría?
¿Quién bautiza la torre de la
simetría? Tal vez los viejos cuentos. Porque su nombre es Babel. Y es
Nemrod, héroe que trató de conquistar el cielo. Y su acción la registraron los
poetas. La simetría es la confusión de las lenguas. Unas frente a otras,
heroicamente resistiéndose. Tal vez de esta confusión nació la poesía.
VIRGILIO
RODRÍGUEZ SEVERÍN
Viña del
Mar, diciembre de 1992
COLECTIVO: LA RETAGUARDIA
DE LA VANGUARDIA
Héroes futuros
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a retaguardia de la vanguardia
es un libro metafórico que representa la resistencia y el ataque, el presente y
el futuro, la meditación y la acción, la espada y el pincel: los opuestos de la
armonía cósmica: el ying y el yang, los cuales crean la confusión y el caos
para hacer surgir un orden nuevo, una axiología de valores, aún nonata, pero
que está a punto de ver la luz a través de su concepción más poderosa,
espiritual y secreta que es la poesía.
Estos escritores: Alex von Bischhoffshausen, Juan José Daneri, Mauricio
Barrientos y Sergio Madrid Sielfeld, están comprometidos en convertir en
"acto" los ideogramas trazados en el papel mediante el silbido agudo
de la espada; están comprometidos en transformar la carroña del mundo en una
materia purificada y noble por medio del proceso alquímico de la escritura, que
los lleve a emprender un viaje a las regiones del espíritu en una Odisea
personal e íntima enfrentada colectivamente como un grupo transgresor.
Los fragmentos de Caída del
ausente, de Bischhoffshausen, representan un canto a la negación de
la palabra, es la búsqueda intuitiva del vocablo secreto nunca antes
pronunciado, que de pronto se invoca y cobra vida en algo fenecido esperando el
momento de la resurrección, el instante en que se lleve a cabo en el campo de
batalla el conflicto final: "Niéguese de antemano (...)/ El sitio preciso
que quiso ver la vida/ en el tiempo mismo/ de la muerte".
La poesía de Bischhoffshausen es reveladora, en ella nos muestra el
trazo cenital del verbo, que en su estado iluminador nos indica el camino
ascendente del Sol, el cual también caracteriza su faceta apolínea; su lenguaje
denota el riesgo sin temor a precipitarse hacia el vacío al no poder controlar
su carro de fuego, como Faetón al perder las riendas de los caballos del Sol.
Bischhoffshausen desentraña los enigmas que propiciarán en el largo
invierno, que la "carne se haga carne" ante la putrefacción de la
edad postrera en donde el cuerpo y el espíritu se corrompen, es ahí cuando
habrá de efectuarse la transfiguración del ser humano en un ente divino y solar
que habite la "casa" simbólica del alma.
Por su parte, Daneri, en Cartas a
la Ciudad, establece y describe el macrocosmos viciado de la urbe que es la
imagen grotesca del habitat del hombre contraponiéndose: hay que caminar en el
zoológico metropolitano como la fiera, que se alimenta de sangre y carroña,
“lobombre” que olvida su identidad a la luz de la mañana: “Qué esperar de la
noche (…)/ volverse hacia la luz /atento sorprendido”.
Mauricio Barrientos, en “A través
del reflejo”, se perfila como el poeta de la irreverencia, el vacío
y la desesperación; es el sacerdote del oráculo que conoce el secreto y los
movimientos de la esfinge con todo y sus dilemas, cuando la noche profetiza en
la penumbra los nombres que no pueden abarcar al amor ni al destino de las
cosas.
Desde su atalaya personal de Paisaje
de vértigo, Sergio Madrid declara que hoy la poesía no existe no
habiendo otro material de la escritura que la
palabra escrita y el odio que esto produce es el único comienzo. Madrid
enfatiza que el “milagro del amor es no amar nada” y que lo único que permanece
es de los “dioses” y no cabe en nuestras manos”.
Este grupo de retadores en guardia colocados en la primera fila del
ejército de la resistencia, tienen como consigna convertir sus voces resonantes
en el cuchillo de la acción, en la provocación de los burgueses bienpensantes y
sus buenas conciencias, que aunque no son “vuestros amigos”, sí son sus
opositores tácitos, los dueños del ojo inquisidor y omnipotente: “Por las
avenidas. Sobre/ estos mismos adoquines,/ está prohibido llegar a ser”.
RENÉ
TÉLLEZ LENDECH
México, Agosto de 1993*